Sin importar si llevamos una vida activa o no, a todos nos ha ocurrido que un día decidimos mejorar nuestro aspecto físico, y comenzamos a entrenar para bajar de peso. En este proceso hay muchos aspectos implicados, como el tipo de ejercicios que escogimos, su intensidad y otros hábitos, como la dieta.

En muchas ocasiones suele suceder que, luego de un tiempo entrenando, decidimos pesarnos y ver qué tal nos ha resultado, pero nuestro peso no ha cambiado. ¿Significa esto que nuestros esfuerzos no están dando fruto, o no lo estamos haciendo bien? Probablemente no, y ya te mostraremos por qué.

El peso no define los resultados de tu entrenamiento

En las primeras semanas del entrenamiento, es perfectamente normal observar que no logras bajar de peso, aunque te parezca poco coherente. Gran parte del peso de nuestro cuerpo es el resultado de una combinación de masa grasa y músculos.

Cuando estamos en mala forma, por lo general lo que termina dominando en la báscula es el peso de nuestra masa grasa, además de ocupar gran parte en ciertas áreas, como la cintura. Es por ello que nuestro principal objetivo al entrenar para perder peso es eliminar esa molesta grasa, a la vez que preservamos o fortalecemos el músculo.

Lo que sucede cuando hacemos ejercicio de forma prolongada es que, aunque disminuya la masa grasa, la masa muscular se incrementa. Esto puede llevar incluso a aumentar el peso de nuestro cuerpo, sobre todo cuando hacer deporte no es una actividad común para nosotros.

¿Por qué crecen los músculos?

Cuando no acostumbramos a realizar actividad física de alta potencia, nuestro organismo reacciona ante la falta de recursos para resistirla. Es por ello que tu cuerpo inicia un proceso de adaptación, en el que crea más tejidos, como los músculos, e incluso acumula energía.

Proteínas como el glucógeno, que se depositan en los músculos, comienzan a almacenar y retener agua, y hasta la sangre puede incrementar su volumen. Todos estos refuerzos naturales del cuerpo forman parte de los kilogramos que ves en la báscula, impidiendo en muchas ocasiones notar cambios significativos.

¿Qué sucede cuando aumenta la masa muscular?

Aunque no parezca lógico, cuando entrenamos para bajar de peso y tener una mejor forma, muchas veces los cambios suelen ser solo de aspecto. Por ejemplo, quizás tu cintura se reduzca unas tallas, y no veas exceso de piel en algunas zonas, pero sigues conservando el mismo peso. ¿Por qué?

Esto tiene que ver con el balance que se crea entre la grasa y el músculo, es decir, cuando perdemos grasa y ganamos músculo. Como resultado, quizás en algunas partes de tu cuerpo sientas que la ropa está más holgada, mientras que en otras se ajusta un poco, como en los muslos o brazos.

Por lo tanto, tras el aumento de la masa muscular, obtenemos una compensación de valores, pues pesa lo mismo que la grasa.

El objetivo del entrenamiento de pérdida de peso

Uno de los factores de nuestro cuerpo responsables de la aparición de distintas enfermedades es la grasa acumulada. Por lo tanto, nuestro objetivo saludable al intentar perder peso debería centrarse principalmente en la reducción de esta masa en las diferentes áreas del cuerpo.

La actividad física reduce principalmente el volumen, y no tanto el peso, por lo que lo que más debe importarnos es lo que vemos en el espejo, o lo que medimos con una cinta. Por lo tanto, aunque semanas después de comenzar a entrenar para perder peso no veamos resultados en nuestros kilogramos, esto no significa que no funcione.

Para saber si tus esfuerzos están resultando, comienza a enfocarte en tu aspecto, piensa en cómo te quedaba la ropa antes de iniciar tus entrenamientos, y cómo es ahora. Determina si la grasa ha disminuido, e incluso acude a un especialista que te ayude a conocer el estado de tu masa muscular.

Otros motivos por los que no pierdes peso

Es probable que no estés viendo los cambios que esperas en tu cuerpo con respecto a los músculos y la grasa, y que tengas la misma apariencia que antes de iniciar. En estos casos, puede significar que algo en tu rutina está mal, y por ello el entrenamiento no está cumpliendo tus expectativas.

De ser así, analiza qué estás haciendo con respecto a ciertos hábitos, como los que te mostramos a continuación:

La alimentación

Muchas personas piensan que solo entrenar es suficiente para comenzar a adelgazar, pero lo cierto es que, si tu dieta no es adecuada, el ejercicio no vale de mucho. Si quieres perder unos cuantos kilos, es necesario que también crees un déficit calórico, en donde las calorías que quemas sean superiores a las consumidas.

Por otro lado, las calorías ingeridas deberían provenir de alimentos saludables, preferiblemente con origen vegetal. Es cierto que el ejercicio es vital, pero para adelgazar tienes que combinarlo con un cambio en tu alimentación.

El estrés

La reacción general de nuestro cuerpo ante el estrés es aumentar el apetito por alimentos altos en azúcar, además de causarnos falta de sueño. Estos factores influyen en que terminemos comiendo más de lo que debemos, y de forma poco sana, lo que conlleva a un incremento en el peso.

Un metabolismo lento

Cuando nuestro metabolismo es lento, se hace más difícil adelgazar en comparación con otras personas. El metabolismo es, en pocas palabras, un conjunto de reacciones químicas que se ejecutan en nuestro organismo, como la extracción de los nutrientes en los alimentos.

En algunos cuerpos, estas reacciones se ejecutan con mayor eficiencia y rapidez, lo que lleva a quemar más calorías, pero si son lentas, hay que esperar más para ver cambios.

Estos y muchos factores puedes estar influyendo en que pierdas o no parte de tu peso corporal, pero debes recordar que es mejor evitar medir tu progreso por un número. Siempre ten en cuenta otros detalles, como si es más fácil ahora realizar ciertas actividades o te sientes mejor contigo mismo, y así sabrás si vas por buen camino.